Carta al maestro
En la Facultad te enseñan que el buen maestro ha de ser ejemplo para sus alumnos, ha de saber decir, saber hacer y sobre todo saber ser.
Su forma de decir era tan clara, sencilla y transparente que a poco que dijera lo podías entender fácilmente.
Su saber hacer era un ejemplo de implicación y dedicación día a día con su causa, su club, su pasión.
Su forma de ser era amable, cariñoso, siempre dispuesto a ayudar, un líder que no necesitaba ordenar ni mandar para ser guía de los que hemos estado a su lado tanto tiempo.
Él era el líder porque siempre estaba dispuesto a dar por los demás sin esperar nada a cambio. Entré en el mundo de la discapacidad porque la incertidumbre me daba miedo, superar un miedo es abrir una puerta nueva, cruzar la puerta me hizo madurar y aprender, él me enseñó con su ejemplo a tratar a las personas, a conocerles, a interesarme por ellos, a aprender de ellos, a quererles incondicionalmente y a disfrutar con ellos.
Llevaremos su recuerdo con cariño en nuestros corazones y recordaremos que un día alguien nos enseñó tantas cosas sin tener que darnos ninguna explicación, solamente con su saber decir, su saber hacer y sobre todo su saber ser.
Gracias maestro.